
La bella y joven Eco era una ninfa que de su boca salían las palabras más bellas jamás nombradas y las palabras ordinarias también se oian de forma mas placentera, esto molestaba a Hera, de forma que su marido, Zeus, pudiese cortejar a otras ninfas. Cuando Hera descubrió el engaño, castigó a la locuaz Eco quitándole la voz y obligándola a repetir lo que decían los demás. Incapaz de tomar la iniciativa en una conversación, limitada sólo a repetir las palabras ajenas, Eco se apartó del trato humano.
Retirada en el campo, Eco se enamoró del hermoso pastor Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia y del dios-río Céfiso. Sin embargo, el vanidoso joven no tenía corazón, la consideró loca y la ignoró totalmente. Con el corazón roto, pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, suspirando por el amor que nunca conoció, debilitándose y adelgazando, hasta que sólo quedó su voz.
Luego un muchacho que también se había enamorado de Eco oró a los dioses, pidiendo que éste sufriera un deseo no correspondido, como el que había hecho sufrir a otros. La oración fue respondida por Némesis, la que arruina a los soberbios, quien maldijo a Narciso a enamorarse de su propio reflejo. El joven terminó muriendo de desamor y bajó al Inframundo donde fue atormentado para siempre por su propio reflejo en el río Estigia.
0 comentarios:
Publicar un comentario